viernes, 16 de noviembre de 2007

MI PRIMER POEMA




Ahora voy a contarles alguna historia de pájaros. En el lago Budi perseguían a los cisnes con ferocidad. Se acercaban a ellos sigilosamente en los botes y luego rápido, rápido remaban… Los cisnes, como los albatros, emprenden difícilmente el vuelo, deben correr patinando sobre el agua. Levantan con dificultad sus grandes alas. Los alcanzaban y a garrotazos terminaban con ellos.

Me trajeron un cisne medio muerto. Era una de esas maravillosas aves que no he vuelto a ver en el mundo, el cisne de cuello negro. Una nave de nieve con el esbelto cuello como metido en una estrecha media de seda negra. El pico anaranjado y los ojos rojos.

Esto fue cerca del mar, en Puerto Saavedra, Imperial del Sur.

Me lo entregaron casi muerto. Bañé sus heridas y le empujé pedacitos de pan y de pescado a la garganta. Todo lo devolvía. Sin embargo, fue reponiéndose de sus lastimaduras, comenzó a comprender que yo era su amigo. Y yo comencé a comprender que la nostalgia lo mataba. Entonces, cargando el pesado pájaro en mis brazos por las calles, lo llevaba al río. Él nadaba un poco, cerca de mí. Yo quería que pescara y le indicaba las piedrecitas del fondo, las arenas por donde se deslizaban los plateados peces del sur. Pero él miraba con ojos tristes la distancia.

Así cada día, por más de veinte, lo llevé al río y lo traje a mi casa. El cisne era casi tan grande como yo. Una tarde estuvo más ensimismado, nadó cerca de mí, pero no se distrajo con las musarañas con que yo quería enseñarle de nuevo a pescar. Se estuvo muy quieto y lo tomé de nuevo en brazos para llevármelo a casa. Entonces, cuando lo tenía a la altura de mi pecho, sentí que se desenrollaba una cinta, algo como un brazo negro me rozaba la cara. Era su largo y ondulante cuello que caía. Así aprendí que los cisnes no cantan cuando mueren.

Pablo Neruda

La foto de los 4 cisnes de cuello negro volando no es del Lago Budi como podría pensarse, fue tomada en el humedal Paicaví por Remigio Garrido el 29 de noviembre de 2007.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

VIVA EL REY


Un pájaro casi azul, en todo caso de un tornasol oscuro, con patas rojas y un pico de tamaño considerable salió con cierta timidez de entre las ramas del pajonal. Yo estaba quieto y silencioso. Apunté y disparé mi cámara. El siguió caminado con indiferencia. Por eso se me ocurrió interpelarlo con cierta dureza.

- Pidén – le dije, ya que el mencionado pájaro era un pidén – ¿porqué andas por ahí sin hacer nada cuando están rellenando tu humedal? ¡Mira! están arrojando toneladas de arena sobre tu propia casa y tu no haces nada.

El pidén se puso a comer unas algas sabrosas como para desmentir mi acusación de que no estaba haciendo nada.

- Sí ya veo que estás comiendo, pero me refiero a que no haces nada por salvar tu casa, por salvarte tu mismo. Me da rabia verte tan resignado.

Mis acusaciones debieron parecerle impertinentes, porque después de pensar un momento me respondió: “Viva el Rey”. Esa fue toda su respuesta, yo quedé esperando algo más, pero eso fue todo.

Su respuesta, bastante críptica, parecía invitar a una discusión más profunda. Así que intenté rebatirle con un verso – Chile, “No ha sido por rey jamás regido ni a extranjero dominio sometido”.

El pidén insistió con su ¡Viva el Rey!, pero esta vez, me sonó muy irónico.

-Bueno – le dije – reclámale a Ercilla si no estás de acuerdo. Pero no nos salgamos del tema pronto estarás con la arena al cuello y será demasiado tarde. Ya no habrá algas ni guarisapos a quienes tirarles un picotazo.

- ¡Viva el Rey! – gritó con fuerza el pidén. Me miró directo a los ojos y repitió – ¡Viva el Rey!

Desde el pajonal surgieron mil voces que repitieron con él: ¡Viva el Rey!, ¡Viva el Rey!, ¡Viva el Rey!

Juan Sin Agua